Las plumas

 

 

 

La característica más evidente de las aves es la presencia de plumas, es decir, de unas particulares formaciones córneas que pueden considerarse como escamas profundamente modificadas.
En la pluma se puede observar un eje central de sostén, llamado raquis. La parte inferior del raquis es más ancho y hueco, generalmente desnuda y se le denomina cálamo o cañón, parte por la cual la pluma está insertada en la piel. Al raquis se une una formación laminar llamada vexilo, formada por barbas provistas de bárbulas alineadas unas junto a otras a lo largo de dos márgenes opuestos del raquis. En muchas plumas, sobre todo en las más robustas, las bárbulas se unen entre sí para formar un vexilo especialmente compacta, gracias a unas minúsculas formaciones laminares, conocidas como barbicelos o ganchillos, que actúan a modo de gancho. En algunos casos, en la base del raquis se encuentra una formación accesoria llamada hiporraquis, provista también del eje central de sostén y de vexilos.

Topografía de una pluma

 

Tipos de plumas

 

Tipos de plumas

Partiendo del patrón básico, las plumas han adquirido diferentes formas de acuerdo con su localización corporal y sus funciones. Las plumas descritas anteriormente se denominan plumas típicas o de contorno, y se encuentran localizadas en la parte exterior del cuerpo, alas y cola. Las plumas del cuerpo son cortas y simétricas, mientras que las de vuelo son más largas, fuertes, planas y con los lados del vexilo asimétricos. Este tipo de plumas generalmente presenta colores diversos y son las que determinan en gran parte los plumajes. Aparecen después de la primera muda substituyendo al plumón, y ejercen la función termorreguladora, el vuelo, el cortejo, mimetismo y muchas más.
El plumón es un tipo de pluma caracterizada por tener un raquis muy corto o ausente, con barbas largas y bárbulas carentes de ganchillos, por lo que su apariencia es la de un mechón muy laxo, lo que le da una importante función en la termorregulación. Por lo general es el primer tipo de pluma que aparece en las aves al salir del cascarón, pues el plumaje típico de los pollos está constituido únicamente por este tipo de pluma aunque también está presente en los adultos debajo de las plumas típicas del cuerpo.
Las semiplumas son un híbrido entre el plumón y la pluma de contorno, son plumas de raquis desarrollado pero con barbas laxas. Estas plumas crecen generalmente en lugares donde se produce flexión de la piel, como los codos, las axilas y las ingles, por lo que se piensa que su función es proteger la piel en esos lugares de fricción.
Las vibrisas o bridas son plumas modificadas con apariencia de pelos gruesos. Por lo general consisten de un raquis muy grueso y rígido, con unas pocas barbas en la parte basal. Las vibrisas se encuentran generalmente alrededor de la boca en las aves insectívoras, sirviéndoles de ayuda para atrapar los insectos. También se localizan sobre los ojos, como pestañas. Se piensa además que desempeñan alguna función sensorial, similar a la de los bigotes de los gatos, en las aves nocturnas y las que habitan en agujeros.

pronto imagen de bridas

Las filoplumas son plumas filamentosas, muy delgadas, de raquis largo y unas cuantas barbas en la punta, las cuales se localizan en todo el cuerpo del ave, preferentemente entre las plumas de contorno del dorso y la cabeza. Son difíciles de ver y su función es sensorial y de ornato, pues se vuelven muy largas en algunos plumajes nupciales.
Ciertos grupos como los búhos, los loros y las garzas, tienen un tipo de pluma especial llamado plumón de talco. Este se desarrolla en parches localizados en el pecho y dorso y tiene la apariencia de un mechón de plumas revueltas y polvosas. A diferencia de otros tipos de pluma, el plumón de talco crece continuamente y se desintegra en pequeñas hojuelas polvosas, las cuales son esparcidas por las aves en todo su cuerpo ayudadas de su pico. La función de este plumón no se conoce bien, pero se cree que sirve de protección al plumaje e impermeabilizante para las aves acuáticas.

Desarrollo de las plumas

En el estado embrionario, las aves tienen la piel desnuda, pero ya a partir del quinto día de incubación se puede observar, por ejemplo en el polluelo de la gallina doméstica, el desarrollo de unas pequeñas protuberancias a ambos lados de la cola, llamadas papilas, que se van multiplicando sucesivamente en el dorso en dirección craneal, en los muslos, en la mano y en el antebrazo. Cada papila tiene una base que se enraíza en la piel hasta alojarse en una especie de bolsa llamada folículo. Dicho folículo va endureciéndose gradualmente y va transformándose en materia córnea, mientras que la parte superior permanece abierta y con los márgenes desflecados.
Al nacer, el polluelo está cubierto completamente por múltiples cánulas que le confieren un aspecto erizado, pero en seguida, mediante un laborioso trabajo con el pico, el pequeño rompe los revestimientos córneos que encierran la pluma, y de este modo se muestra ya con la característica lanilla embrional. En general, la pluma se desarrolla del mismo modo que la lanilla, el folículo se enraíza más en la piel, y la papila se prolonga considerablemente dando lugar a la formación del eje central o raquis y luego a los tallos secundarios que constituyen el vexilo.

Observando un ave a simple vista, se podría afirmar que su cuerpo está completa y regularmente cubierto de plumas; no obstante, un examen más detenido muestra que, excepto en algunas especies como los pingüinos, los tucanes y las avestruces, las plumas crecen sólo en unas determinadas zonas de la superficie corporal, llamadas pterilios, mientras que entre ellas existen amplias zonas de piel desnuda o cubierta solamente por plúmulas o de filoplumas, que reciben el nombre de apterilios.

Pterilios y apterilios

Por lo que se refiere a su función, son especialmente importantes las grandes plumas de las alas destinadas al vuelo, llamadas remeras o rémiges, y las de la cola, denominadas timoneras o rectrices. Las primeras, según la base ósea en la cual se implantan, se dividen en: rémiges de primer orden o primarias, implantadas en los huesos metacarpianos y en las falanges del tercer y cuarto dedo; rémiges de segundo orden o secundarias, implantadas en el cúbito; y rémiges de tercer orden o terciarias, implantadas en el húmero. Otras plumas, que a menudo también desempeñan una función importante en el vuelo, están unidas a los huesos del segundo dedo, que sobresale anteriormente al borde del ala y que, en ciertas especies, está provista de una uña en forma de espolón, que puede estar bastante desarrollada. El número de rémiges primarias es normalmente estable, y oscila entre las diez u once entre la mayoría de las especies, si bien unas pocas alcanzan un máximo de doce. En cambio, el número de rémiges secundarias es bastante variable, con un mínimo de seis, como en los picaflores o colibríes, y un máximo de treinta, como en las fardelas y petreles. Superiormente e inferiormente al ala, las bases de implantación de las rémiges están cubiertas de otras plumas mucho más delicadas que están dispuestas en serie, llamadas cobertoras alares. La longitud y la forma de las rémiges, obviamente, juegan un papel muy importante en el vuelo: las rémiges largas y estrechas permiten un vuelo rápido y una marcha sostenida, mientras que unas rémiges amplias y gruesas facilitan un vuelo uniforme y vigoroso.
Para las funciones de estabilidad y dirección durante el vuelo, son fundamentales las plumas de la cola, por lo que se denominan timoneras, o también rectrices. En algunas especies las plumas de la cola pueden adquirir un desarrollo extraordinario, como en pavos reales, aves del paraíso, aves-lira y algunos picaflores.
En las aves también se encuentran escamas, homólogas a las de los reptiles, circunscritas a las patas, donde cubren total o parcialmente la zona tarso-metatarso, confiriéndole un aspecto reticular o escudado según los casos, lo que constituye un valioso elemento sistemático de clasificación entre algunas familias.

pronto imagen de pata de ave.